Por
Alicia Estela Beltramini

FRANCINE SECRETAN

Nota publicada en la revista online Nueve Musas
10 de Marzo 2020

Esculturas totémicas y simbólicas que refuerzan las creencias ancestrales

Francine Secretan nació en Neuchatel, Suiza, estudió Bellas Artes en Ginebra y Basilea. Se casó con el escultor boliviano Ted Carrasco y junto a él se instalaron en 1974 en Bolivia.

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Sus obras están expuestas en el Supermercado Ketal de La Paz, PAT (red televisiva Periodistas Asociados de Televisión), Banco de Santa Cruz, Banco de la Nación Argentina, Holanda, Suiza, Bélgica, Londres, Estados Unidos, Brasil, Perú y museos de Bolivia. Su obra gira en torno a Illa, rayo-relámpago, apelativo exclusivo del dios Viracocha. Illa es una piedra u objeto herido por el rayo y por tanto sacralizado.

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Francine toma el poder oculto de este símbolo y construye esculturas que manifiestan la voluntad de preservar la naturaleza, tales como Illa para alejar los malos espíritus,Illa para proteger la familia, Illa para pedir la protección de la luna, Illas para los buenos vientos de las siembras entre otras. El material elegido para sus obras: madera, hierro, sogas, tejidos y plumas representa la relación íntima entre la tierra y el hombre, el misterio y la profundidad de un dominio impenetrable que reverencia creencias ancestrales. En la religión de los pueblos originarios era habitual rendir culto a piedras, cerros o rayos, elementos de la naturaleza, por ello Huaca es la cosa sagrada, reliquias, tumbas u objetos con un carácter totémico. Ese carácter está reflejado en la expresión formal de sus esculturas, en la medida en que los tótems son símbolos sintéticos y sincréticos de las creencias de determinadas comunidades. Su arte tiene una estética profunda, es expresión de lo primigenio, vital y pujante. Sus esculturas de madera se elevan en busca del sol –lo Alto, el cielo, la Alajpacha- cuyo ejemplo es la Illa para venerar la Alajpacha, un madero angosto cruzado por sogas de fibra vegetal y hierros que se eleva hacia el cielo.

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Dice Francine: “… En Suiza no hay relación tan íntima entre el hombre y la naturaleza”. En Bolivia encontró esa relación y la cautivó ese mundo subyacente y fascinante de los campesinos que forman parte de la tierra. Su propósito es redescubrir esas fuerzas para la humanidad. En sus esculturas los elementos de labranza combinados con cuero dan flexibilidad y le quitan rigidez a la madera.

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Desde 1989 empezó con la serie de Illa, que lleva arraigada dentro de sí misma.Dice también que “… La escultura agarra el espacio y lo transforma”. Al erigir sus esculturas en lugares elevados, acentúa la incidencia del espacio donde la construcción geométrica y abstracta de altas dimensiones trasmiten un dialogo entre la obra, el espacio y el espectador, “una comunicación entre el ser interior y la materia”, transportando al receptor de la obra a un lugar sagrado de meditación, donde usando los elementos propios de la cultura originaria resalte sus principio como lo vemos en Illa para los buenos vientos de la siembra un madero geométrico y trabajado que se abre en dos brazos del que cuelgan sogas, tejidos piedra y algunos unidades de hierro. Estos amplios brazos tejidos parecen abrazar los vientos para que no se dispersen y así favorecer la cosecha.

En 2015 instauró en Achocalla, ciudad a 24 Km de La Paz cuatro esculturas, sobre la cima de la montaña a 3810 m sobre el nivel del mar, paisaje dominado por el Illimani, el Mururata, el Illampu y otras montañas que rodean a La Paz, a este conjunto lo denominó Espíritu ritual. La artista piensa que “se puedan realizar rituales y ceremonias en toda su nobleza, con la fuerza telúrica de las montañas y de los Apus (divinidades)”.

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Todas las esculturas expuestas en esas montañas miden más de 4 m de alto son : la puerta, el Guardián Masculino “para preservar los rituales y lo sagrado”, la Cruz Andina o Chakana y el Recipiente de Energía, continuando con esculturas referidas a la simbolización de ofrendas rituales, introducidas en el desolado y solitario paisaje de la montaña para recuperar “símbolos, texturas, materiales y objetos rituales, con la pretensión de expresar la grandiosidad de los espacios, donde habitan aún los dioses de las culturas indígenas en los Andes.” agrega Francine En sus imágenes predominan los motivos de las culturas originarias. En la Cruz Andina o Chakana una alusión a la Cruz del Sur o constelación del Sur Es una greca escalonada, elaborada en metal pintado de rojo con un circulo en el centro y una flecha en su parte inferior, en el basamento también encontramos alusiones a las símbolos precolombinos. Chacana o tetrapartición los cuatro puntos cardinales, la greca como indicación a su ambiente geográfico: la montaña.

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La Puerta, la escultura más alta de las cuatro emplazadas, elaborada en piedra comanche consta de dos bloques de piedra de forma trapezoidal enfrentados. Cada bloque está dividido en dos zonas, la inferior más grande y la superior en menor tamaño, coronadas por un dintel que se curva hacia arriba terminado en unos cuadrados que cierra la composición el espacio abierto del centro, la puerta es para la artista “El símbolo de la puerta ha sido utilizado en todas las civilizaciones. Su contenido es poderoso: es la apertura de una comunicación, la delimitación de un espacio que da acceso a otra dimensión”

Sus esculturas totémicas instauradas en el espacio natural están elaboradas para reforzar creencias, ritos y símbolos de la cultura originaria con la energía necesaria para rescatar sus valores tradicionales.

Dice Francine “Me interesa dar otra vez una función a la escultura, que no sea algo estético. Pienso que es un objeto que encierra símbolos y energía especial. Hacer una escultura en formato grande es devolverle su función original, como ha pasado en la historia de las civilizaciones, en donde tenía un cometido muy preciso”

Las esculturas de Francine son monumentos simbólicos que se elevan hacia el cielo para recibir la energía del universo y que ayudan a los habitantes a recordar sus ritos ancestrales para valorizar la tierra y su cultura.

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Así lo expresa Francine Secretan en su poesía

Quiero ver mis esculturas,
Testigos de tantas masacres
En los jardines milenarios
Arrodillarse
Ante los rituales ancestrales,

Susurrar el legaje sagrado
Y honrar a los grandes yatiris

Dueños impenetrables de los secretos de la creación

Quiero ver mis esculturas
descansar en los paisajes misteriosos
donde el viento, la lluvia y el sol
son moradores conocidos de los hombres

indomables

quiero ver mis esculturas abandonar el silencio,
erguirse como guardianes sabios
llenos de magia, arrojando gritos
para proteger el inmenso verde azul
de los bosques infinitos de nuestra América.

Link: https://www.lasnuevemusas.com/francine-secretan/