Por
Laura Casanovas

Microrrelatos de la cuarentena

¿Qué hacer frente a la espera? ¿cómo poner en movimiento esa quietud? ¿qué acciones proponer/se durante un tiempo largo en un contexto limitado mientras se aguarda lo que vendrá? Preguntas que la artista Ariadna Pastorini se hizo en 2001 a partir de una situación personal, que la obligó a un tiempo de espera en un departamento. Entonces, con el impulso de hacer algo, tomó la cámara de fotos y comenzó a realizar videos de un minuto creando breves historias vinculadas a su cuerpo en ese sitio. El presente estado de cuarentena por la pandemia del coronavirus, hizo que la artista –creadora de performances e instalaciones que plantean la presencia/ausencia del cuerpo– volviera a experimentar las sensaciones de aquella vez y lanzara una propuesta dirigida a artistas de todo el mundo invitándolos a realizar una videoperformance de un minuto en su lugar de espera. 

Las respuestas comenzaron a llegar y este work in progress, titulado Performances de encierro, que finalizará con la cuarentena –plazo aún bastante impreciso en varios países– se puede seguir a través del link https://performancesdeencierro.blogspot.com/, donde Pastorini va subiendo los videos (previa selección realizada por ella misma). Se trata de un interesante corpus de trabajos con algunas modalidades recurrentes hasta el momento. Una de ellas es la idea de la ausencia del cuerpo o la de la visión de partes de un cuerpo. En la propuesta de Gloria Dostal Machnowski (New Jersey) una persona se dirige hacia la puerta de salida de una casa (sólo vemos sus pies y parte de sus piernas) y desde ese límite entre interior y exterior muestra una vista de la calle. Luego cierra la puerta y se sube a una bicicleta fija. En el trabajo de Débora Daich (Buenos Aires) una mano abre una caja donde vemos un texto escrito con letras negras impresas formando un sendero a partir de la repetición de la frase “(la bicicleta sigue atada)”. Los paréntesis ponen de manifiesto también el encierro y el texto cobra una forma poética. Hasta que se cierra nuevamente la caja.

 

En momentos de reflexión sobre la asimetría que la presente situación mundial estaría generando entre libertad y seguridad, a partir del reforzamiento de esta última en detrimento de la primera, varios pensamientos pueden venir a nuestro encuentro desde diversos campos del conocimiento. El filósofo Maurice Merleau-Ponty sostiene en su Fenomenología de la percepción: “Tomada concretamente, la libertad es siempre un encuentro del exterior y del interior…”. Algo de esto resuena con fuerza en varias de las videoperformances. Rosenda Yañez, (Galicia) propone una pantalla dividida en dos. De un lado, el rostro de una mujer con anteojos negros mirando a través de una ventana con una mano levantada en un gesto que podría ser de saludo o de pedido de auxilio. A su lado, la imagen de un reloj digital con la hora que avanza durante el pasado lunes 30 de marzo. De fondo, sonidos difíciles de descifrar en una propuesta intrigante y perturbadora, entre el interior, el exterior y el tiempo transcurrido segundo a segundo.

Verónica Ryan (Buenos Aires) plantea una perspectiva con predominio del contrapicado de copas de árboles siguiendo diversos ritmos y con movimientos circulares. Algo similar sucede en la acción de María Rosa Andreotti (Buenos Aires), donde la cámara realiza una trayectoria circular por un balcón rectangular una y otra vez. No es casual esta clase de movimiento que remite al encierro y a la dificultad de encontrar una salida (literal y metafórica), que nos lleva a pensar también en el símbolo del ouróboro.

El investigador e historiador del arte Jorge Zuzulich, autor y compilador del libro 5.5 Videoperformance, alguna vez escribió que si bien la videoperformance y la performance “comparten el contexto de su nacimiento, hay un abismo que las separa dado por la co-presencia de espectador/performer (sinónimo de comunión) la cual se desplaza al terreno de la observación pasiva, de la espectacularización (videoperformance)”. En relación al presente proyecto, Zuzulich comentó a Ñ: “La propuesta de Ariadna Pastorini, me obliga a volver sobre mis palabras para desdecirme. Nunca como en este contexto, signado por el encierro, la angustia y la muerte, el arte fue tan necesario para certificar frente a nosotros, una vez más, la posibilidad de una existencia distintiva. Esta lógica desterritorializadora enlaza lo real (el estar aislado) con lo virtual (la capacidad de generar comunidad mediante las redes informáticas). La distancia espacial y la mediatización de la pantalla sucumben frente a la tangibilidad de esos cuerpos, a la intensidad que emana de sus acciones, las cuales llegan a “tocar”, de manera simbólica, a los espectadores. Es aquí donde reside el vestigio del carácter presentativo de la acción performática mediada por el video y la red.”

Unos pies con zapatos con plataforma que parecen provenir de un cuerpo sedente se mueven al ritmo de una música. Una mujer gira y gira en un mismo círculo en un ambiente interior. Es llamativo que se trata de dos videos que Pastorini realizó en 2001. Nada más actual, más premonitorio de esta situación social que entonces era sólo una aislada experiencia individual. También la idea del cuerpo girando en círculos en un interior aparece en la propuesta de Anna-Lisa Marjak (Buenos Aires) realizada pocos días atrás. Y Alejandra Gonsebatt (Munich) muestra un conjunto de pequeños muñecos moviéndose ininterrumpidamente en un mismo lugar en una escena entre lúdica, humorística y metafórica. 

La música es protagonista del video de Jorge Morales (Watford), mientras el diapasón en primerísimo plano de una guitarra acapara la imagen realizada por el músico Ramiro Gutiérrez (Buenos Aires). La ensayista Siri Hustvedt sostiene en su texto “Convertirse en otro”: “Cabría argumentar que todas las experiencias de arte poseen una cualidad sinestésica, que el arte estimula un Yo sensorial multimodal. Mirando un cuadro, por ejemplo, ¿no sentimos el pincel?”. En estas Performances de encierro sentimos cada cuerpo, su presencia directa o indirecta, su vínculo con el entorno, los objetos que lo rodean, los sonidos que lo convoca, las emociones que lo activan. Sentimos que el arte, una vez más, nos acerca alguna respuesta –aunque sea provisoria, lo cual ya es mucho en este presente– para sentirnos más acompañados, comprendidos, libres.

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Ariadna Pastorini

 

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Ale Gonsebatt, Munich, Alemania

 

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Rosenda Yañez, Galicia, España. 

 

*Este texto se publicó en revista de Cultura Ñ en abril de 2020