Por
Julio Sánchez

Tarot, alquimia y arquetipos en la obra de Remedios Varo

Análisis de algunas obras expuestas en el Malba, Constelaciones, 2020. 


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Lo que sigue es una serie de análisis de obras de Remedios Varo expuestos en el Museo de Arte Latinoamericano (Malba) a partir del mes de marzo de 2020 y que pocos habrán podido visitar a raíz de la cuarentena declara por la pandemia del COVID 19. A partir de la teoría de los arquetipos que estudió Carl Gustav Jung, de los Arcanos Mayores del Tarot y de textos y bibliografía alquímica nacen esos análisis. En las obras seleccionadas hay una cantidad de símbolos alquímicos y de otras tradiciones que pueden pasar inadvertidas al profano. Mi intención es clarificarlas y relacionarlas con otras manifestaciones artísticas.

"Carta de Tarot", 1957, óleo sobre hueso, 12 x 5,4cm.

Es La Templanza, el Arcano XIV del Tarot, ¿Por qué? si comparamos con el tarot de Marsella vemos que: 1. la cabeza es un pentáculo (en la geometría sagrada una estrella de cinco puntas) con dos ojos, mientras que en Marsella es una flor de cinco pétalos. El pentáculo apunta hacia arriba porque es positivo, en el Tarot de Rider Waite hay un triángulo que apunta hacia arriba en el pecho del ángel. 2. no sostiene dos ánforas -una más alta que la otra- sino dos caños semejantes a serpientes, el de la derecha hacia abajo, el de la izquierda hacia arriba (como en Marsella). 3. ambos "caños" se unen en el interior del cuerpo como una serpentina que de uno y otro lado cuenta siete vueltas, es decir, suman 14, el número de este Arcano, y están dentro del cuerpo que es el atanor de los alquimistas, donde se produce la verdadera transmutación. 4. Está pintada sobre hueso, que es lo que quedará de nuestros cuerpos derrotados, es decir que es un "memento mori" (recuerda que morirás), más evidente en el Arcano anterior, sin número, La Muerte, que significa el fin de algo, no al muerte biológica. Cuando nos falta algo se produce un vacío que hay que llenar, por eso viene La Templanza en el camino del héroe, con un ánfora de agua fría y otra caliente (solar/lunar, yin/yang, etc.,), es el arquetipo que recupera el equilibrio perdido. Xul Solar no pintó este Arcano en ninguno de sus dos mazos, Salvador Dalí y Niki de Saint Phalle hicieron versiones cercanas a Marsella.

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"Roulette (Carricoche), 1955, óleo sobre masonite, 78 x 60 cm.

Representa un vehículo de cuatro ruedas conducido por un hombre enfundado en un hábito azul con gorro cónico, sentado sobre una silla volante. El coche tiene base circular y forma de torre de remate cónico, y lleva a una pianista; el espacio interno es infinito y múltiple como la sique humana. Una nube de estrellas acciona las cuatro paletas que mediante poleas traccionan la rueda posterior. El arquetipo de esta obra es El Carro, Arcano VII, que saca al héroe de su “zona de confort”, pues en la etapa anterior (Arcano VI, Los Enamorados) tomó la decisión de vivir su vida plenamente y arrojarse a lo incierto, fuera de la seguridad del hogar materno. Lo impulsa la fuerza de Marte, regente de Aries, es el Arcano de los viajes, del impulso, de la aventura y de la iniciativa. Como todo arquetipo tiene una polaridad positiva y otra negativa, lleva a la construcción o a la destrucción del héroe; por ejemplo: el Arca de Noé es un Carro que salva; el Titanic, uno que lleva a la destrucción a causa de su soberbia. En el cine, las road movies son ejemplos de la energía de El Carro (La diligencia, Piratas del Caribe, Thelma y Louise); en la literatura: La Odisea, de Homero, La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne. Dice Remedios: “Este carricoche representa un hogar verdadero y armonioso; dentro de él hay todas las perspectivas y felizmente se transporta de acá para allá, el hombre dirigiéndolo, la mujer produciendo música tranquilamente”. La obra fue hecha cuando su tercer marido, Walter Gruen, le dio el respaldo necesario para que se dedique sólo a su pintura.

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Papilla estelar, 1958. Óleo sobre masonita, 92x 62cm.

En la cúspide de una torre que sobrepasa las nubes, una dama “muele” las estrellas que caen desde la chimenea en una máquina de picar carne a manivela (atanor) y con eso alimenta a una luna enjaulada. Hay varios Arcanos presentes, La Emperatriz, III, (la mujer nutricia, la qu e alimenta), La Estrella, XVII; y La Luna. Elegimos La Luna, Arcano XVIII, que representa un estado de confusión y oscuridad, pide no mirar al pasado y enfrentar lo que viene (la mujer de Lot no lo hizo y fue convertida en sal). Este Arcano encierra al héroe en un período oscuro (como Jonás en la ballena, o la catábasis griega, el descenso al propio infierno) que le provoca miedo y lo inmoviliza, es la “sombra” (que Jung caracteriza como aquello que tememos, ocultamos y evitamos), que pugna por salir y pide que la lleve a la luz (el siguiente Arcano, XIX, El Sol). En la oscuridad la percepción es engañosa, por eso podemos imaginar algo que no es, todo es dudoso y amenazante. Entrar en este ciclo exige coraje o un guía confiable, superar este período permite entrar a una conciencia más elevada pues después del momento más oscuro asoma el día. La inmersión no es en el inconsciente individual (pues después de La Estrella, XVII, el ego se ha perdido) sino en el colectivo. En el tarot de Marsella la Luna eclipsa al Sol, este fenómeno produce intranquilidad y miedo. Remedios enjauló la luna y la alimenta como a una mascota, es decir que enfrentó y dominó sus miedos, y ya está dispuesta a un nuevo amanecer. En la historia del arte hay infinidad de representaciones de la luna (sobre todo entre los románticos cautivados por su embrujo), y también en los guías en el viaje a través de la noche (Ariadna que saca a Teseo del laberinto, Circe que advierte a Odiseo sobre las engañosas sirenas.

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La creación de las aves, 1957. Óleo sobre masonite, 54x 64cm.

Una mujer-pájaro (lechuza, búho) sostiene una lupa triangular atravesada por un rayo lunar; con ayuda de esta inspiración cósmica y su mano izquierda dibuja dos pájaros, un tercero ya vuela hacia la ventana, y un cuarto picotea su alimento dentro de la casa. El pincel está conectado a un pequeño violín que cuelga del cuello de la mujer-pájaro, es decir que los pájaros son creados conjugando luz y música. Afuera de la ventana circular hay un embudo que recoge estrellas, una cañería de siete vueltas cae en un atanor que destila los tres colores primarios sobre una paleta en la mesa. Atrás hay un mueble con manivela, y en la esquina dos ánforas colgadas intercambian sus líquidos como lo hace el ángel de La Templanza, Arcano XIV. La figura es un ornitántropos, híbrido de ave y humano, mito euroasiático muy extendido, algunos ejemplos: Horus el dios egipcio con cabeza de halcón; Garuda, la montura alada de Vishnú; la arpía griega (muy estimada en la Edad Media), San Juan Evangelista y el águila, Birdman, etc. Remedios elije la lechuza, que acompañaba a Atenea, diosa de la sabiduría (en rigor es un mochuelo). La mujer-lechuza es canal de la energía de la luna y las estrellas, recibe ayuda mecánica y escucha la música de su corazón. Lo que recibe no es para ella, sino para transmutar y devolver al Universo. En sus danzas sagradas, los derviches (grupo sufí o místicos del Islam) giran con la palma de la mano izquierda vuelta hacia arriba pidiendo bendiciones al cielo, y con la derecha hacia abajo para distribuirlas en la tierra. Remedios parece decir que la creación no es para uno, sino para los demás.

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Ícono, 1945. Pintura sobre madera dorada a la hoja con incrustaciones de nácar. Cuatro bisagras de bronce. Abierto: 60 × 70 × 35 cm

Representa una torre abierta con tres ventanas luminosas arriba y dos laterales abajo. Si estuviera cerrada aludiría a la virginidad, como la de María en el Cristianismo o la de Dánae entre los griegos, pero aquí hay un gran portal que se abre con un damero y a una escalera infinita, incluso hay un pájaro que penetra por la ventana inferior. De virginidad, nada! Hay damero (alternancia de opuestos) interno, y externo en el piso de la tierra. El interior de la torre es infinito, como la psique, y se eleva hacia la luz, como en todo proceso de evolución espiritual. La torre es un antiguo símbolo de unión entre el cielo y la tierra (axis mundi) y sobre todo de elevación sobre lo terrenal, intención que está reforzada en las alas de la base, y en las poleas que activan las dos lunas, el arco apuntado del marco (típico del gótico, se obtiene por el cruce de dos círculos que aluden a lo visible y lo invisible), y la forma de altar de dos hojas, frecuente en la Edad Media. Hay dos lunas (creciente y menguante, que nace y que muere), que activan sendas poleas en la torre, es decir, unión del individuo con el cosmos. Sobre las almenas de la torre hay una esfera rodeada de tres círculos, puede ser un planeta o un átomo, equivalencia entre el micro y macrocosmos. En lo alto, lugar de privilegio, hay una estrella de nueve puntas, es un Eneagrama, mapa síquico creado por el místico ruso George Gurdjieff para facilitar el autoconocimiento. La torre es un atanor, el lugar donde suceden las transmutaciones, es decir nuestro cuerpo, y para que ello suceda primero hay que penetrar en la sique (la torre), el mapa del Eneagrama ayuda, y una vez afirmado el yo, se puede elevar hacia las alturas: pedes in terra ad sidera visus (con los pies en la tierra mirando a las estrellas).

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Ciencia inútil o el alquimista, 1955, óleo sobre masonita, 105 x 53 cm

El alquimista no busca transformar el plomo en oro como se cree y la alquimia no es una protociencia previa a la química, a ello apunta el título “ciencia inútil”. Los alquimistas dicen: “Aurum nostrum non est aurum vulgui”, nuestro oro no es el oro de la gente común. El plomo alude a la materia pesada y oscura (nuestra existencia material), mientras que el oro es incorruptible y luminoso (nuestro espíritu), se trata de elevarnos, ascender la serpiente Kundalini desde el Muladhara (chacra raíz) al Sahasrara (chacra corona), de Malkuth a Keter (Árbol de la vida, de la Kabbalah). El alquimista gira una manivela con su mano derecha, es decir pone en movimiento la rueda, inicia del proceso alquímico (Opus Magnun), tal como aparece en Speculum Veritatis, tratado del siglo XVII. La manivela accionada por el alquimista mueve una estructura de poleas distribuidas en tres torres, dos de ellas con sendos pares de campanas, todo va a un alambique o atanor encendido que recibe agua de lluvia por un lado (embudo transparente) y otro líquido misterioso del otro. El alquimista está abrigado por un manto que se funde con el piso en damero. La alternancia de cuadrados negros y blancos evoca la alternancia del día y la noche y por extensión de todos los pares de opuestos complementarios, de lo mani festado y lo no manifestado (así se entiende el Cuadrado Negro sobre fondo blanco de K. Malevitch, 1915), está presente en todos los templos masónicos y edificios hechos por masones, como el Palacio Barolo de nuestra ciudad.

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Vagabundo, 1957. Óleo sobre masonite, 56 x 27cm.

Remedios dice que es un “traje de vagabundo no muy liberado, que se puede cerrar herméticamente” (Hermes Trimegisto-tres veces grande, o 3 megas- es el autor de la Tabla Esmeralda, texto alquímico), tiene una puertecilla que se puede cerrar con llave, lleva tres libros y en el pecho una maceta con una rosa. La figura de clausura corresponde al Arcano IX, El Ermitaño, regido por Saturno, que lo limita y a la vez lo disciplina; es el héroe que se recluye para buscar su luz interior, en el tarot de Marsella es un anciano que lleva una lámpara. Este símbolo se reemplaza por la rosa que en occidente es el equivalente al loto de oriente.Su simbolismo radica en el corazón, centro de la conciencia espiritual, así se entiende el Sagrado Corazón en el Cristianismo. El Vagabundo tiene movilidad con una rueda fija y otra móvil que se acciona con las clásicas poleas y paletas de la artista, pero “no es verdaderamente libre”, dice ella, por lo tanto no hay energía ni de El Carro, ni de El Loco. Dado que las puertas superiores están abiertas, y su sombrero activado por un molinete, el Vagabundo está predispuesto a la vinculación con lo superior. Su vagabundeo es interno, es decir una peregrinatio in stabilitate, una peregrinación espiritual al universo trascendente, como lo hacen los monjes de clausura, pues no hace falta salir de casa para encontrar a Dios. El aspecto positivo de El Ermitaño es aprovechar la soledad y la clausura para la realización interior; el negativo es la depresión, o la fobia, indiferencia o desprecio social. En el cine: Into the wild, de Sean Penn; Simón del desierto, de Luis Buñuel. San Pablo, según José de Ribera. La luz del mundo, de Holman Hunt. Big Man, de Ron Muek.

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Dolor, gouache sobre cartulina, 24 x 20 cm.

En el Catálogo del Malba figura como Dolor reumático. Pertenece a la serie de 10 (u once) cartulinas que Remedios hizo en 1948 para la empresa farmacéutica Bayer ilustrando las enfermedades que podían ser causadas por la naturaleza (amebiasis, paludismo) o por el hombre (reuma, insomnio). Las firmó como Uranga. En una noche tormentosa y rodeado de cinco torres se ve un cadalso con una rueda horizontal y un hombre amarrado a ella. La imagen remita rápidamente al tormento de Ixión, que quiso seducir a Hera. Para castigarlo, Zeus lo ató con serpientes a una rueda que no paraba de dar vueltas. Estar en movimiento para quedarse en el mismo lugar es la energía del Arcano XII, El Colgado. Aspecto negativo: frena los proyectos, inmoviliza; en Marsella sus piernas forman un 4; es la contrafigura de El Emperador, Arcano IV, mientras éste último todo lo controla y domina, El Colgado está inmovilizado, nada puede hacer. Aspecto positivo: ese reposo obligado da la posibilidad de reflexión y sobre todo de ver desde otra perspectiva (por eso está cabeza abajo), de serenarse y aprender a esperar. Está inmóvil por afuera, activo por dentro. Es la preparación para el Arcano X, La rueda de la vida, que pregunta en la mitad de la vida qué hice y qué me falta hacer. Ejemplos de este Arcano; Sísifo (sube una roca a la cima de la montaña y cuando llega la roca cae y debe volver a subirla), Odín (en la mitología escandinava está colgado ocho días boca abajo y adquiere el conocimiento de las runas). La obra de Cai Guo Quiang, Head on, es una manada de lobos que se estrella contra un vidrio, caen heridos y vuelven a arremeter contra el vidrio porque así lo hace la manada. En el cine: El día de la marmota, Barton Fink, Memento, Truman Show.

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La Huida, 1961. Óleo/Masonite. 122 x 99 cm.

Una mujer rubia, vestida de azul, timonea una barquichuela que navega por las nubes junto a un hombre moreno abrigado con capa marrón. Ambos miran hacia arriba y se dirigen a la cima de la montaña más alta. En las alturas del espíritu tiene lugar el matrimonio sagrado (hierosgamos) o la fusión de los opuestos (Coincidentia Oppositorum) que los alquimistas representan como un Rebis o Andrógino, como el casamiento del Sol y la Luna, del Rey y la Reina. Es la conciliación de los opuestos, la superación del pensamiento binario, entender/sentir la Unidad que está por encima. Se puede asociar al Arcano XXI, El Mundo, que en Marsella es un bailarín andrógino danzando en el cosmos, y rodeado de los Tetramorfos (animales que representan a los cuatro Evangelistas). Es la culminación del camino del héroe que ha logrado disolver su ego (que todo lo disocia) y volver – ya de otra forma, con el camino recorrido- al estado edénico (el Edén no es un lugar sino un estado) del que partió. Pocos llegan a este punto que los cristianos llaman Transverberación (Éxtasis de Santa Teresa, de Bernini), los budistas samadhi; es nirvana en el hinduismo, tawhid en el Islam. Los no creyentes podrán entenderlo con la escena de la bolsa plástica que danza en el aire, de la película American Beauty. Dos años después de pintar esta obra Remedios deja de ser una gota para retornar al océano. En la música: Der Himmel lacht! (¡Rían los cielos, alégrese la tierra! Bach), Oda a la alegría, Beethoven; Blood of Eden (Peter Gabriel). Lighting field, de Walter de Maria. Los mandalas naturales y creados, el sentimiento de lo sublime de los románticos.

https://www.youtube.com/watch?v=jC0zpZ0PypE Bach

https://www.youtube.com/watch?v=00-ndojLFcw Peter Gabriel

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Julio Sánchez Baroni Marzo 2020.

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